lunes, 13 de julio de 2020

Uno




Recuerdo las rosas recorriendo mis pies, recuerdo aquella soga imaginaria, recuerdo el goce de la perdición, recuerdo el vacío carnal, recuerdo aquel torbellino frío en mi cuerpo, recuerdo las heridas de tal tormenta.

Maldecía la rabia, los suspiros, lo lejano y cerca tal vez. Solo pensar en lo que me había convertido . . .  en un alma pérdida y usada. Queriendo entender esa sensación de quiebre en su interior mas íntimo.

Se acerca, se va acercando . . . el juego kármico, tacto suave, danzante, movimiento entrelazado en mis manos, respiración cálida y directa. Me tomas por sorpresa, mi oculta y frágil debilidad. No me sostengo, ya no soy de mi . . . sólo de ti. He caído en ese abismo conocido y sin retorno.

Abro mis ojos . . . te tengo en mi interior, una y otra vez . . .
Abro mis ojos . . . dentro de mí ya no queda nada . . .
Abro mis ojos . . . deseo que cada gota de tu ser no pase sobre mí . . . 

Cierro mis ojos . . . ya no hay más calor, no más intención.

He vuelto a observar.

Miro alrededor con calma.

Ya puedo respirar alivio. 

Ya puedo ceder ante aquel vacío aprendido.

K.